El gesto cuando se dibuja no dista mucho de ser un baile, pero sin música. Se acaricia el papel con la punta de un lápiz, se hace variar la presión y el ritmo sobre la superficie de celulosa, se consigue plasmar un sentimiento. Es cierto que no todos los dibujos permiten esta libertad expresiva, y la ilustración botánica puede que debiera estar exenta de sentimientos para captar la realidad tal cual es, sin interpretaciones. Pero en el bello y delicado trabajo de Marta Chirino es posible encontrar esta mezcla entre ciencia y emoción.