Este martes, el Gobierno argentino firmará en Copenhague el contrato de compra de 24 cazas F-16 estadounidenses. Son aviones de combate con unas cuatro décadas de antigüedad, que Dinamarca vende para reemplazarlos por los modernos F-35, y que el Ejecutivo encabezado por el ultra Javier Milei prefirió a los nuevos JF-17 ofrecidos por China con una mejor dotación armamentística. La decisión final ha sido geoestratégica: a Estados Unidos le interesa frenar el avance chino en América Latina y a Milei ser apreciado como un socio incondicional de Washington e Israel. A diferencia de sus predecesores, el mandatario argentino ha optado por distanciarse del gigante asiático sin importarle los vínculos comerciales y financieros existentes entre los dos países. Expertos en Defensa y aviación defienden la elección de los F-16 que comenzarán a llegar al país en 2025, pero advierten que hay un segundo contrato pendiente de firma con Estados Unidos que es clave: cuál será el sistema de armas con el que estarán equipados los aviones. El costo total estimado ronda los 360 millones de dólares, que Washington financiará de forma parcial.