Murakami y el mundo en la sombra de Sánchez

Murakami y el mundo en la sombra de Sánchez

La buena literatura suele ser una de las mejores vías para evadirse durante unas horas de la mundana realidad. Hastiado de Pedro Sánchez, la ley de la amnistía, las salvajes subidas de impuestos, el caso «Koldo-Ábalos», y la burda y reiterativa propaganda gubernamental, acudí raudo con ese propósito en Semana Santa a Haruki Murakami, el eterno candidato al Nobel que causa devoción entre sus miles de fieles seguidores de todo el mundo, entre los cuales me incluyo. Aunque barajé leer antes «Los alemanes», el flamante Premio Alfaguara de Sergio del Molino, decidí apostar finalmente sobre seguro. El escritor japonés logra siempre trasladarte en todas sus novelas de Oriente a Occidente, de los sonidos misteriosos de las callejuelas perdidas de Tokio al jazz de Louis Armstrong en Nueva Orleans, de lo tangible a lo onírico, de lo terrenal a lo espiritual, entremezclando para ello con fina sabiduría taoísta y una gruesa capa de modernidad los polos opuestos, el yin y el yang, los contrarios que tienden a encontrarse.

El título de su último libro, «La ciudad y sus muros inciertos», no podía ser desde luego más sugerente para llevar a cabo tan deseado proceso de escapismo y abstracción, y poner la mente a cero de cara al reinicio de un curso que el Gobierno se empeña en crispar por momentos para enmascarar con ello el triste papel que se ha empeñado en jugar. Murakamki es siempre el vehículo perfecto para cambiar de mundo dentro de este mundo y desdoblarse en mitad de la saturada tormenta informativa. Para recluirse en uno mismo, en definitiva. Y a fe que lo logró. Letra a letra, de forma adictiva, atrapándote en una red tejida a medida que se suceden las páginas, el novelista te secuestra con una capa de impenetrabilidad. En este sentido, el libro cumple el propósito por el que fue escogido, pero a diferencia de otros del mismo autor, la evasión esta vez no pudo ser total. Enamorado del pensamiento y la filosofía a este lado del planeta, el escritor del Imperio del Sol Naciente evoca a Platón y su mundo de la caverna en su última obra, hasta el punto de que el protagonista, un amante de los libros, no sabe si pertenece a este mundo o al de las sombras, al de las ideas puras o al de la imperfecta realidad.

En esta tesitura, no es complicado que la mente del lector dibuje paralelismos, busque similitudes y llegue a plantearse dudas razonables. ¿No parece onírico, acaso, que el Gobierno trate de hacernos creer lo positivo del perdón a los secesionistas, o que trate de embaucarnos con la falsa buena marcha de la economía? ¿Son sombras o son realidad sus supuestas defensas del medioambiente y de la Sanidad pública, o sus justificaciones de las presuntas operaciones ilegales con las mascarillas en plena pandemia? ¿Puede llevarnos la mentira permanente a confundirla como cierta, a identificar la sucesión de hechos falsos como si fueran reales, a pensar que las sombras son corpóreas y los cuerpos meras sombras?

Murakami es un auxilio para alejarse de lo mundano, pero su coqueteo con el mundo de los sueños debe llevar a plantearnos si lo que ya aceptamos como normal no debería serlo y si somos objeto de un engaño masivo que conviene desenmascarar por el bien de toda la sociedad. Léanlo y juzguen por ustedes mismos.

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