Políticos amargados: la alegría de mayo del 68 desapareció del mapa

Políticos amargados: la alegría de mayo del 68 desapareció del mapa

Mayo del 68 está muerto y si queda algo vivo debería acabarse con ello inmediatamente. La furia que sigue provocando aquel movimiento, al que se acusa ahora de haber contribuido al ultraliberalismo y al individualismo posterior, es chocante. Algo importante debió de tener aquella rebelión y algo debe de permanecer vigente, además de su impacto en la revolución feminista y en la vida sexual, como para provocar tanta inquina entre los actuales portavoces del conservadurismo. Quizás que Mayo del 68 fue, como ha demostrado Thomas Piketty, “el comienzo de un periodo histórico de reducción considerable de las desigualdades sociales, y si esa tendencia perdió fuerza después, fue por razones muy diferentes”. En este mundo en el que la riqueza extrema alcanza niveles inusitados, quizá convenga recordar qué significó aquel estallido (no solo de los estudiantes, sino también de jóvenes trabajadores de las grandes fábricas) que puso en solfa todo el sistema social, económico y cultural en el que se vivía.

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