Se entiende a las mil maravillas con su padre, hablan continuamente en la sala del juicio, pero apenas mantiene contacto con su madre, que se sienta en la última fila y no suelta palabra. Daniel Sancho, me dice una persona muy cercana al chef detenido en Tailandia, “es mucho más empático con Rodolfo que con Silvia, aún así sabemos que le ha pedido a su padre que acerque posturas con su madre, porque es muy duro para él, en tos momentos tan complicados, presenciar el distanciamiento tan evidente entre sus progenitores. Ahora necesita a los dos más que nunca, y les quiere unidos. Pero, a la vista de las circunstancias, esa reconciliación está muy lejos de producirse”.
En lo que sí coinciden ambos es en mostrarse ariscos con los reporteros españoles desplazados al país asiático para cubrir el proceso judicial contra Daniel. Mudos y distantes. Sorprende que el actor entre en el juzgado con una sonrisa de oreja a oreja, como si lo que se estuviera dilucidando es un tema sin importancia, cuando en realidad su vástago podría ser condenado a una pena de muerte, o a una cadena perpetua.
Rodolfoguarda silencio ante los periodistas que le preguntan en la puerta del edificio, pero habla sin problemas delante de la cámara de HBO, plataforma que le ha pagado un dineral por prestarse a colaborar en una serie documental sobre los hechos que han llevado a su hijo a prisión y el proceso posterior. Ahí no hay pegas para expresar sus sentimientos.
El dinero consigue romper sus silencios. Los rumores apuntan a que los gastos generados por la estancia en Tailandia, las minutas de los abogados y otros muchos desembolsos podrían superar el millón de euros, una cantidad que el actor no tiene, se le acabaron los ahorros, y necesita ingresos externos para hacer frente a tantos pagos.
Desde su entorno nos llega la convicción de que su estado de ánimo está bajo mínimos, es evidente, y comprensible, que todo lo ocurrido le ha llevado a una. Desesperación difícil de superar.
