El 20 de marzo pasado, la Cámara de Representantes de Colombia aprobó el proyecto de ley que busca prohibir los Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual, Identidad o Expresión de Género (Ecosieg). Ahora el proyecto debe atravesar dos debates en el Senado para su aprobación definitiva. Ecosieg es la sigla con que se conoce a las “terapias de conversión”, dirigidas a modificar la orientación sexual o la identidad de género de una persona: convertir a personas gais en personas heterosexuales (la viceversa no se plantea). ¿En qué consisten estas terapias? En shocks eléctricos, exorcismos, privación de comida, azotes. “Metían mi cabeza en una pila de agua fría mientras me gritaban que era una abominación por ser homosexual, por ser marica”, dijo en la audiencia de la Cámara Juan Pablo Vargas, que pasó por uno de estos sitios y a quien, mientras le daban shocks eléctricos, obligaban a mirar pornografía gay, algo que parece inspirado en cierta escena famosa de La naranja mecánica, de Stanley Kubrick. Pocos días después de la aprobación del proyecto en la Cámara, en una ciudad del eje cafetero llamada Pereira, promovida por la Fundación Divina Misericordia, organizada en el auditorio del colegio religioso La Anunciación, dirigida a padres de familia, promocionada como una charla que proponía tratar la homosexualidad como una condición superable, se anunció la conferencia titulada “Dejando atrás la homosexualidad, alcanzado por la misericordia de Dios”. Una de cada cinco personas del colectivo LGBTQI ha pasado en ese país por estas terapias, casi siempre de manera forzada e involuntaria. En Colombia matan a una persona con una orientación sexual diversa cada dos días, y cada jornada diez personas son amenazadas y hostigadas por su orientación o su identidad sexual, según datos de la Corporación Caribe Afirmativo. Hubo escándalo y la conferencia de Pereira fue cancelada. Las ideas siguen ahí.
Te convertirás con dolor
