Aranda de Duero y Peñafiel celebran con entusiasmo la Bajada del Ángel

Aranda de Duero y Peñafiel celebran con entusiasmo la Bajada del Ángel

Las localidades de Peñafiel y Aranda de Duero, en Valladolid y Burgos, respectivamente, han celebrado con entusiasmo la tradicional Bajada del Ángel, que en el caso de Peñafiel es una tradición declarada de Interés Turístico Nacional, y en la burgalesa, de Interés Regional.

El mal tiempo no impidió que tanto Julia Soria como Ruth Arnáiz, las niñas ángel. pudieran qitarle el luto a la virgen y anunciarla que su hijo Jesús ha resucitado.

En Aranda, la lluvia fue protagonista también pero no impidió el desarrollo del acto, y la pequeña Ruth Arnaiz continuó con la tradición que inició en 2019 su hermana mayor, Irene, y sobrevoló el cielo del municipio para quitar el luto a la Virgen, protegida bajo plásticos a causa de la lluvia, y anunciarle la resurrección de su hijo, también enfundado.

Un acto que tuvo que ser atrasado con el fin de aprovechar una especie de ventana que daba el tiempo y aprovechar la reducción de la precipitación para llevar a cabo el esperado momento.

Sobre la una de la tarde, la pequeña Ruth se introdujo en el globo de color azul y blanco que se encuentra situado en la plaza, que por medio de un sistema de poleas se colocó en el medio de la plaza. Segundos después, este se abrió para mostrar al pequeño angelito, que descendió pataleando hasta la Virgen, para retirar el manto negro que cubría su rostro, y mostrar así a su hijo resucitado.

Bajo la atenta mirada y los aplausos de las personas que se congregaban en la plaza Santa María, para presenciar de cerca este momento, la pequeña descendió después al suelo, donde recibió la felicitación y el cariño de los allí presentes. El acto contó con la presencia del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo; el consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Gonzalo Santonja, y el alcalde de Aranda, Antonio Linaje.

En Peñafiel, el tiempo dio un pequeño respiro, y a pesar del viento, el cielo se despejó un momento para ver a Julia, de la cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno de la localidad, sobrevolar el cielo en un marco incomparable como es la plaza del coso, engalanada para la ocasión.

Todo salió a pedir de boca pese a lo desapacible del tiempo y el numeroso público asistente pudo aplaudir y festejar un acontecimiento importante en esta villa milenaria. Una tradición esta del Domingo de Pascua que, según algunos documentos, tiene tres siglos de historia. Concretamente, de 1799, aunque se cree que es más antigua y que posiblemente sea una evolución de los Autos Sacramentales del Medievo.

El acto arrancaba cuando campanas y cohetes anunciaban la salida de la procesión de la iglesia de Santa María. La imagen de la Virgen aparece cubierta con un manto negro y es acompañada por los cofrades, mayordomos y fieles, quienes se dirigen a la Plaza del Coso. Allí hay instaladas dos torres unidas con sendas cuerdas, mientras la imagen enlutada de la Virgen que llega en procesión junto a la banda de música se sitúa debajo de ellas.

En se momento, una esfera o huevo que se encuentra encima se abrió y de él emergió Julia vestido de ángel, que por un sistema de poleas desciende sobre la cabeza de la Virgen para quitarle el manto negro y revelar a María el Misterio de la Resurrección. Mientras desciende soltó dos palomas para después bajar a la altura de la Virgen y quitarla el velo de luto y nuevamente ascender a los cielos mientras la plaza aplaudía la Resurrección y el “niño ángel” comienzaba un pataleo de júbilo.

 

La ceremonia continuó después con el regreso de la Virgen a la Iglesia de San Miguel de Reoyo donde el párroco de la villa, de nombre Rafael, salió a su encuentro, bajo palio y con la Custodia en sus manos, momento en el que los portadores de la imagen de la Virgen realizaron tres genuflexiones en señal de saludo recreando un simbólico encuentro de María con el hijo vuelto a la vida

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