Crítica de “Las cosas sencillas”: mi alma por una tortilla ★1/2

Crítica de “Las cosas sencillas”: mi alma por una tortilla ★1/2

Dirección y guion: Éric Besnard. Intérpretes: Lambert Wilson, Grégory Gadebois, Marie Gillain, Betty Pierucci Bertaud. Francia, 2023, 95 min. Género: Comedia.

El que no se haya comido una tortilla a la francesa inundando los pulmones de aire rural no sabe lo que se pierde. Y así todo: una siesta en una hamaca en un prado de anuncio de leche sin lactosa, el olor a madera recién cortada, etcétera… Esos son los placeres simples de la vida que la infame película de Éric Besnard parece reivindicar, de modo que la colisión entre dos personajes opuestos -un CEO en plena crisis de ansiedad y un biólogo marino en excedencia gruñona- está programada para que el urbanita aprenda del anacoreta que ha entendido que con un hacha y una piedra sílex se puede ser feliz. Pensamos en “La extraña pareja” de Neil Simon o en las comedias de bulevar de Francis Veber, ahora trasladadas a la alta montaña, aunque Besnard se guarda un as en la manga para decirnos que no todo es lo que parece, y el CEO, que Lambert Wilson interpreta desplegando sus irritantes encantos de seductor prejubilado, también tiene muchas cosas que enseñarle a su hosco compañero de tortillas (Grégory Gadebois). Este aprendizaje de doble dirección, atravesado por la refrescante aparición de Marie Gillain (la protagonista de “La carnaza”), incluye una casa incendiada, la aparición de un oso voraz y la incursión de un piloto de helicóptero, como para que el espectador tenga la impresión de que habrá nuevos obstáculos en un conflicto que parece resuelto a los quince minutos de metraje. Mientras la película avanza, inexorable, hacia su declive, uno puede hacer una lista de las cosas sencillas que realmente importan, que tal vez no sean ni una tortilla ni talar un árbol.

Lo mejor: apetecería que el personaje de Marie Gillain fuera menos funcional, porque es el único que se comporta como alguien de carne y hueso.

Lo peor: la larga, insoportable clase de seducción impartida por Lambert Wilson al pobre diablo que interpreta Gadebois.

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