La ministra gritona dando lecciones a Giorgia Meloni

La ministra gritona dando lecciones a Giorgia Meloni

«No hay mal que por bien no venga», y «no hay mal que cien años dure», son refranes que recogen la sabiduría popular de generaciones acumulando experiencia en padecer contradicciones diversas, y que forman parte del paso del hombre por esta vida, que no es ni la vida eterna ni es vivida en el paraíso.

El primer refrán tiene también un fundamento teológico, ya que afirma que el Creador podía haber decidido no permitir que en su creación existiera el mal, pero había considerado mejor el permitirlo «para extraer de él un bien mayor». De esta forma observamos que sin conocer ese principio teológico el común de los mortales, que no son ni sabios ni importantes para el mundo, dan un certero diagnóstico. En cuanto al segundo refrán, es de más sencilla formulación, porque vivir cien años solo está al alcance de una limitada minoría, aunque con una esperanza de vida creciente.

Es oportuno recordarlos en tiempos como los actuales, en los que se extiende una creciente sensación de desánimo, desasosiego y preocupación, ante las noticias que llegan por tierra, mar y aire, mañana, tarde y noche muy especialmente por las redes sociales, convertidas por la revolución digital en incansables comunicadores de malas noticias. Tal parece que se cumple con todo ello, otro conocido refrán «el bien no hace ruido, y el ruido no hace bien», frase que se atribuye a San Vicente Ferrer. El bien que hagas o puedas hacer se hace con discreción, sin trompetería, incluso que «tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda». Quien debe saberlo ya lo sabe, y tu conciencia también. Así que al no ser noticia el bien que se hace, parece que no existe y que solo hay mal sobre la faz de la tierra, lo que tampoco es verdad, aunque ciertamente no escasea.

La situación en Ucrania y en Oriente Próximo hace mucho ruido, también informativo y sin duda hace mucho mal. Como también lo hacen los crispados debates políticos que traen causa de la construcción de muros para dividir y enfrentar en bloques a los españoles, en lo que el inquilino de La Moncloa tiene acreditada experiencia. También hay políticas que hacen mucho ruido, como la ministra de la «cuota Puente», célebre por sus gritos desde el banco azul del Congreso: «¡vergüenza, vergüenza, el negacionismo mata!», dirigidos a un diputado que osó cuestionar la ley que excarceló a multitud de violadores y maltratadores. Ahora no ha gritado tanto, pero ha hecho bastante ruido mediático, dándole «lecciones» a la PM Meloni por permitir que los provida puedan acceder a los hospitales que practican abortos.

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