El presupuesto que aprueba cada año el ayuntamiento de Calviá (Mallorca) contempla la anomalía que supone contar con una población censada de 23.000 habitantes durante nueve meses del año, mientras que en los tres meses de la temporada alta (julio, agosto y septiembre) esa cifra se multiplica por cuatro hasta rozar los 90.000 habitantes. Es la cara b de ser un gran municipio turístico, ya que el consistorio tiene que incurrir en un elevado gasto para asegurar servicios básicos a esa población (tanto la censada como la flotante), como recogida de basuras, limpieza, servicios médicos, transporte público, alumbrado, seguridad, agua o electricidad, por el que no recibe ninguna compensación, ya que no entra en los criterios que establece la Ley Reguladora de Haciendas Locales para los municipios turísticos.
Contra las tasas turísticas, a favor del IVA reducido
El informe de la Alianza de Municipios Turísticos de Sol y Playa también analiza cuántos países en el mundo aplican tasas a las distintas actividades turísticas y la conveniencia de aplicarlas. En total hay activas 57 tasas, de las que 29 gravan las pernoctaciones hoteleras, 12 los vuelos, 8 los alquileres de pisos turísticos, 4 el acceso a infraestructuras turísticas, 2 la entrada y salida del país, 1 el control de aforo y 1 los cruceristas. El informe concluye que la aplicación de tasas no siempre resulta conveniente, “ya que depende del tipo de destino y, además, puede llegar a afectar a la competitividad de los mismos”.
Sin embargo aboga por mantener el IVA reducido para la hostelería y la restauración (fijados en el 10% en España). “Ocho países (Lituania, Letonia, Hungría, Grecia, Estonia, Eslovaquia, Dinamarca y Croacia) han eliminado esa reducción y eso provocará un descenso del 9% de la población ocupada en dichas actividades”.
