Sánchez aguantará sin Presupuestos

Sánchez aguantará sin Presupuestos

Pedro Sánchez enfilará el nuevo periodo de sesiones con tensiones e incertidumbres por distintos flancos. Por muy optimista que pueda ser su ejército de asesores, no se atisba un periodo cándido en ninguno de los pronósticos. El otoño será caliente y ya veremos el punto de ebullición que alcanzará no ya el clima político, sino la estabilidad institucional y la maniobrabilidad en la gestión de la agenda pública. Tampoco pecaremos de ingenuos con este presidente de por medio porque ha sido la tónica de sus avalistas y acólitos, pero sobre todo de sus detractores y adversarios, menospreciar su nivel de resistencia y especialmente su desbocada obsesión por el poder. Más allá del devenir de las instrucciones sobre los escándalos de corrupción de su círculo familiar, se trata de calibrar aquí el escenario parlamentario que se encontrará tras el final del verano con todos los naipes de la jugada catalana sobre la mesa, al menos en apariencia, y la inevitabilidad de los obstáculos de un gobierno en minoría en el Congreso, a expensas de aliados con intereses propios y en ocasiones contrapuestos. La reválida decisiva serán los Presupuestos Generales del Estado, que a día de hoy no reúnen los votos necesarios. Los siete diputados de Puigdemont, responsables principales de las derrotas en las Cortes del Ejecutivo, están en las antípodas del sí a las Cuentas después de las escaramuzas y el tocomocho al ex president con esa amnistía que ha estado tan cerca y ahora parece tan lejos. Hemos apelado en estas páginas editoriales a que los códigos de cualquier democracia plena y con gobernantes responsables establecen crisis de gobierno, cuestión de confianza o adelanto electoral para una administración que es incapaz de sacar adelante la ley más trascendente del año como son los Presupuestos. Se interpreta que el Ejecutivo de turno ha perdido la confianza del Parlamento, lo que era compartido por Pedro Sánchez en sus tiempos de oposición a Rajoy. Ahora, sería la segunda prórroga presupuestaria y la deslegitimación se agudizaría. Se da la circunstancia, además, como adelantamos hoy, que este panorama de provisionalidad y parálisis sin cuentas camino de los dos ejercicios seguidos acarrea dudas constitucionales. La oposición tendrá que hacer su trabajo en este punto, aunque no será fácil que Conde-Pumpido y sus leales magistrados siquiera se atrevan con una amonestación. No disponer de Presupuestos actualizados no es baladí para el funcionamiento de un Estado, el despliegue de todas sus capacidades y el desarrollo de planes y proyectos. Sin la guía maestra, sin esa clave de bóveda, la legislatura está abocada a un «cierre» de la administración de facto. Las posibilidades de que Pedro Sánchez acepte las consecuencias de esa reincidente censura parlamentaria y responda con sentido de estado y robusta integridad nos parecen escasas, sino nulas. Antes que gobernar, su afán es mandar.

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